Amigos, seta expresión la utilizaban los antiguos estudiantes de Derecho a los que solía quedarles pendiente apara Septiembre, la Asignatura de Derecho Romano, un tocho importante, pero tranquis, que la Columna de este mes no va de estudiar ni de Derecho, va de verano…
Los romanos originalmente llamaban al verano aestas, de donde derivó nuestro estío. Para ellos el año tenía sólo dos grandes estaciones; el hibernus tempus, es decir, el invierno, y luego todas las demás juntas, que se llamaban ver tempus, no sabemos el origen de la palabra, posiblemente del indoeuropeo wersd. El caso es que a la primera parte de esa gran estación se le llamó casualmente prima ver, de donde nuestra alegre primavera y a la parte final de la estación, cuando se hace la vendimia, se la bautizó auctumnus (Autumnus) por auctus, que significa algo así como “crecimiento”. Evidentemente, de ahí viene nuestro otoño
El “verano propiamente dicho, la parte central de esta triple-estación, se llamaba veranum tempus, por eso lo llamamos verano, pero también lo llamamos todavía poéticamente “canícula” y eso es más curioso todavía…
El caso es que este veranum tempus comenzaba para los romanos el día que se observaba por primera vez en el cielo nocturno la estrella Sirio, que es la más brillante de la constelación Canis Maior, es decir, el perro, que parece seguir en el cielo a la constelación de Orión, el cazador, desde julio hasta finales de agosto. El caso es que como broma, en vez de llamar a los días de calor, los días del perro, los llamaban los días de “la perrita” que es lo que quiere decir canícula, aunque la se nos haya olvidado.
Este verano además, en plena canícula, en Hispania nos caen las elecciones generales, que por cierto los romanos solían celebrar en agosto, así que no hay nada nuevo bajo el sol del verano…
Evidentemente cuando llegaba la “perrita”, la canícula, los romanos que podían permitírselo, escapaban para bañarse y refrescarse, a la costa o a la montaña, incluso hay textos recomendando los baños en ríos, si no se tiene el mar cerca. Finalmente, si no puedes escapar de la ciudad, te queda el frigidarium de las termas, donde había una piscina donde se podía practicar la natatio, como los piscis, los peces. Es lo que hay. Es lo que tiene vivir en la ciudad en verano… lo bueno, es que no hace falta volver para votar.
Bueno, os dejo esperando que estéis fresquitos y paséis un verano refrescante o al menos en remojo, y que votéis bien, votéis a quien votéis. Hasta la próxima Columna Romana. Ave amigos. Y salud.