marzo de 2024 - VIII Año

El concepto de «biopoder» de Foucault: resumen y evaluación critica 

El francés Michel Foucault, uno de los intelectuales más famosos de su tiempo, abordó cómo área principal de investigación, la relación que existe entre el saber y el poder. Su obra ha servido a futuros pensadores de base a la hora de criticar la sociedad contemporánea. Antes de él, el problema del poder no había sido tratado partiendo de la forma en que la sociedad contemporánea utiliza el ejercicio del poder para cambiar nuestro saber y «objetivar a los sujetos». En sus análisis interpretativos y empíricos Foucault describe tres tipos de poder principales: el poder soberano, el poder disciplinario y el biopoder. Éste último constituye el tema principal de este ensayo. El poder soberano está relacionado con el poder del monarca y sólo lo abordaré de forma tangencial, centrándome en este ensayo en la relación y connotaciones que comparten el poder disciplinario y el biopoder. El biopoder es, en esencia, el poder sobre la vida y los cuerpos, y, según Foucault, ha matado a más personas que cualquier otra forma de poder. A partir de una extensa y profunda teorización previa Foucault adquirió su enorme capacidad a la hora de conceptualizar de qué manera el cuerpo se ha convertido en un elemento esencial a la hora de ejercer las relaciones de poder en las sociedades contemporáneas.

En este ensayo resumiré cómo fue evolucionando el pensamiento de Foucault hasta crear la idea de biopoder para lo cual incluiré muchos » foucaultianismos» adoptados por la Sociología, la Política y la Historia contemporáneas. Estos conceptos incluyen, “archaeology” o arqueología del saber y genealogía, la relación entre el poder/saber, así como las ideas de Foucault sobre represión, disciplina y sexualidad. A continuación, estudiaré aquellos conceptos que surgieron posteriormente a partir del de biopoder: la biopolítica y la “gubernamentalidad”. La influencia de Foucault ha sido amplísima y se ha extendido en la práctica superando el propio pensamiento de su creador. En este ensayo analizaré y criticaré su obra acerca del biopoder, tal y cómo han hecho muchos otros antes que yo y lo harán muchos otros después de mí.

La arqueología del saber y la genealogía son, para Foucault, dos enfoques de aproximación diferentes; pero compatibles, y desarrolló ambos a fin de analizar los límites que condicionan las identidades y el conocimiento de las personas. “Archaeology”, que, en este contexto, tiene puntos en común con la sociología interpersonal de Erving Goffman, fue un proyecto de Foucault para entender cómo las personas se definen a sí mismas en términos de interacciones con los demás (Hacking: 2004). Creía que era necesaria una comprensión de la formación discursiva o incluso cómo esas formaciones del discurso se institucionalizan y se consideran una parte natural de la vida social. Aquí se hace ver la idea tan propia de Foucault sobre la relación entre poder y el saber. La arqueología del saber es una forma de ver los conocimientos y el poder, en el que es obligatorio y necesario estudiar a su vez la era en el que estos se formaron. En La Arqueología del Saber se centró, sobre todo, en las formas, en las que el discurso condiciona, limita e institucionaliza las formaciones discursivas; creando la genealogía, una forma interpretativa de la Historia que relata cómo se construye el conocimiento (Calhoun: 2012). Con la genealogía Foucault trata de explicar cómo » el secreto de que [las cosas] no tienen esencia o que su esencia fue fabricada de manera fragmentaria a partir de formas ajenas«(NGH 142) (Dreyfus et al: 2014). Con este supuesto pide que se deje de ver el poder como algo «malo» o sólo en manos de unos pocos, y que se le considere a través de la experimentación personal; como algo que experimentamos y vivimos. En este punto de no valoración del poder se halla, claramente, la originalidad de Foucault.

Afirma que el poder y el conocimiento no son externos el uno al otro, sino que operan de forma que se generan el uno al otro. La búsqueda de la verdad es una parte importante de nosotros como humanos y Foucault sostiene que la verdad no vive fuera del poder o carece de él, la verdad es de este mundo. Según él, cada sociedad tiene su propio régimen de la verdad y dispone de un conjunto de reglas por las que las personas distinguimos lo verdadero de lo falso. En consecuencia, define la episteme y el conocimiento como el conjunto de relaciones en una época determinada (por ello se le relaciona también con el campo de la Historia) y las prácticas discursivas que dan lugar a figuras epistemológicas y sistemas organizados. Lo anterior conlleva que, cuando entendemos la formación discursiva, somos capaces de cuestionar lo que crea nuestro conocimiento y lo que consideramos “verdades”. Foucault se aleja de la metafísica con este concepto de “verdad” y también se libera de los conceptos de represión e ideología. Plantear los problemas de poder como algo perteneciente al estado y como ideología da al poder una característica esencialmente represiva. Cree que si el poder sólo prohibiera no habría nadie que lo obedeciera (Calhoun: 2014). La conjunción entre el poder regulador y el disciplinario ejemplifica los mecanismos de lo que Foucault llama una sociedad normalizadora (Collier: 2009). Sin embargo, el poder es omnipresente, no pertenece a nadie (mostrado en el panóptico). La hipótesis represiva sobre la actitud de la sociedad moderna hacia el sexo se convirtió en la piedra angular para su génesis del concepto de biopoder.

El análisis de Foucault sobre las prácticas sociales y la interpretación de la modernidad se halla en sus publicaciones de la década de los 70; principalmente en Disciplina y Castigo de 1975 (DC) y en La Historia de la Sexualidad de 1977 (HS). El pensador sostiene que este tipo de conocimiento también está entrelazado con las nuevas formas de poder y dominación y su obra recoge observaciones históricas detalladas acerca del surgimiento del poder disciplinario y regulador (Dreyfus et al.: 2004).

El logro de Foucault, a través de su análisis y dominio del concepto de genealogía del discurso, ha sido mostrarnos que «el cuerpo también está directamente implicado en un campo político…. Las relaciones de poder tienen un dominio inmediato sobre él; lo invisten, lo marcan, lo entrenan, lo torturan, lo obligan a realizar tareas, a realizar ceremonias, a emitir signos» {DC 25).

En DC estudia cómo nuestros cuerpos están conectados al sistema económico y cómo le interesa al sistema económico que el cuerpo sea útil y productivo (Dreyfus et al: 2004). Toma esta idea de Nietzsche (Foucault: 1971). Pero para que esto ocurra, los cuerpos tienen que estar bajo un sistema de sujeción. Su análisis del cuerpo se dirige a separar, el funcionamiento biológico, del de los aparatos institucionales en vigor. Sostiene que desde el siglo XVII en adelante, las tecnologías del poder se centraron en el cuerpo «como objeto y diana del poder«(DP) (Gutting: 2019).

En HS Foucault desarrolla una interpretación diferente de las relaciones entre el sexo, la verdad, el poder, el cuerpo y el individuo: el biopoder. Con el nacimiento del concepto de biopoder Foucault aplica las herramientas que ya había utilizado a la hora de estudiar el poder disciplinario a través del saber/poder y que expliqué en un punto anterior de este ensayo. Afirma que el biopoder produce individuos que se entienden como sujetos de la sexualidad (Gutting: 2005). Esto es, una mirada genealógica sobre la sexualidad que abarca las formas de poder moderno que se dirigen a las personas como seres vivos.

El biopoder se ocupa de la «tarea de administrar la vida», un proceso que opera a dos niveles. Al nivel de los individuos, hay una «anatomopolítica del cuerpo humano»; al nivel de los grupos sociales, hay una «biopolítica de las poblaciones» (HS, 139).

Esto crea dos ejes de biopoder, el control del cuerpo y el control de la especie (Gutting: 2005) y la sexualización es utilizada como el medio principal a través del cual se extiende el biopoder. Foucault identifica cuatro formas en las que los mecanismos del biopoder pueden verse en la sexualidad: la histerización del cuerpo de las mujeres, la pedagogizacion del sexo en los niños, la socialización del comportamiento procreativo y la psiquiatrización de los placeres perversos. “No se trata de suprimir al individuo sino de darle una realidad analítica, visible y permanente» (HS 44). La cuestión del biopoder es inseparable del trabajo en HS, donde Foucault nos hizo cuestionar la concepción de la sexualidad que durante tanto tiempo se había tomado como natural.

El biopoder surgió, como hemos visto, como una tecnología política coherente; pero lo hizo sólo después del siglo XVII, con la Ilustración. Aunque con la Ilustración surgió la búsqueda de la sabiduría práctica; las ciencias estaban conectadas con las tecnologías del biopoder. El control disciplinario y la creación de cuerpos dóciles que se mencionan en DC están indiscutiblemente relacionados con el surgimiento del capitalismo ya que éste no habría sido posible sin grandes fuerzas en juego como el biopoder. El biopoder incorporó la hipótesis represiva, incluyendo las condiciones históricas. Al surgir en el siglo XVIII la economía capitalista requería un determinado tipo de población que llevó al biopoder a intervenir en aspectos como la reproducción, el saneamiento, la nutrición, la salud y la familia (Gutting: 2005). Además, las ciencias humanas también se crearon como medio de supervisión de individuos. Esto se puede ver hasta el día de hoy con lo que se podría denominar “sanitarismo» que implica un intenso enfoque en la salud y en los discursos acerca de la salud en la Sociedad de las últimas décadas y su consecuente comercialización actual. Este “sanitarismo” a menudo se centra en el cuerpo de las mujeres (Yngfalk: 2015); hasta el punto de que los pensamientos y las prácticas cotidianas de los consumidores se dirigen hacia ese objetivo. Con el biopoder Foucault estudia la gestión global de la vida y reduce las fuerzas de la naturaleza a materia prima. Con ello busca que los sujetos y él mismo se liberen de ciertas formas de pensar (Gutting, 2005). Teniendo en cuenta esta información sobre el biopoder, ahora podemos analizar el segundo pilar: el control de la especie.

El biopoder provocó un cambio en el análisis del poder de Foucault y en sus últimos discursos Foucault unificó y desarrolló las conclusiones a las que había llegado en sus conferencias de los años 70. El biopoder tenía que situarse en un mecanismo más amplio para ser plenamente operativo. Foucault define, así, una nueva relación entre Política e Historia; uniendo sus conocimientos de genealogía y biopoder a fin de politizar la vida de las poblaciones. Sus nuevos proyectos estudian al individuo moderno como objeto de preocupación política y científica. Un ejemplo de ello es la labor de la policía, como institución, como forma de control de los habitantes por parte del Estado. Destaca el papel del control en Seguridad, Territorio y Población donde estudia las tecnologías del poder en el sistema legal relacionándolas con el castigo. Y así, la política se convierte en biopolítica; un tipo de gobierno que controla a las poblaciones a través del biopoder. La biopolítica examina las estrategias y los mecanismos a través de los cuales se gestiona la vida humana. Sólo gracias a la cosificación y manipulación de los cuerpos mencionada anteriormente, el gobierno puede asumir la tarea de la «administración» de la vida (Elden, 2001). La biopolítica es un campo de pensamiento interesante, como sostiene Hardt «La biopolítica es el ámbito en el que tenemos la libertad de hacer otra vida para nosotros mismos y, a través de esa vida, transformar el mundo”. Por lo tanto, la biopolítica no sólo es distinta del biopoder, sino que también puede ser el arma más eficaz para combatirlo» (Prozorov, 2015).

En El nacimiento de la biopolítica (1979) el análisis de la biopolítica termina siendo eclipsado por el análisis de la “gubernamentabilidad”. Foucault llegó a esta conclusión al reflexionar sobre el «pacto de seguridad» que vincula al Estado con la población. En un primer momento, Foucault utilizó la palabra gobierno en su sentido tradicional; pero tal y como lo entendió posteriormente es:

«el modo en que puede dirigirse la conducta de los individuos o de los grupos -el gobierno de los niños, de las almas, de las comunidades, de las familias, de los enfermos… Gobernar, en este sentido, es estructurar el campo de posible acción de los demás» (Foucault, 2007).

Foucault relacionó históricamente esta concepción con el surgimiento de la “Raison d’État” que era la matriz a través de la cual el príncipe ejercía su soberanía a la hora de gobernar a los hombres. Algunos ejemplos de esta gestión son las políticas sanitarias, así como otras relacionadas con la alimentación, la vivienda, o, incluso, el urbanismo (Foucault, 2007) y el poder que se ejerce en estas áreas se hace a través de la economía. Según Foucault, de esta forma la población se ve impulsada a permitir que el arte de gobernar tome el control, lo que muestra, una vez más, que existe una relación de dinámica de poder. Con esta distinción de gobierno responde, así, a la pregunta de cómo se gobierna y, conjuntamente con su concepto de biopolítica, objetiva las fuerzas de la vida y el saber para ponerlas en coordinación productiva (Prozorov, 2015) y, a su vez, crear cuerpos dóciles productivos.

El concepto de biopoder en Disciplina y castigo e Historia de la sexualidad llamó la atención de las feministas. Estas ya habían cuestionado los supuestos metafísicos y políticos del pensamiento moderno antes de la crítica de Foucault; pero el concepto de biopoder contribuyó a dar una mayor profundidad al pensamiento feminista; especialmente el biopoder explicado en HS. Susan Bordo, en Reading the Slender Body (1993), se centra en el cambio que se produjo en la época victoriana y como derivó en que aquellos que podían permitirse el comer bien empezaran a negarse a ellos mismos la comida. Bordo cree que el biopoder hacia los cuerpos de las mujeres es perpetuado por las propias mujeres y escribe:

La preocupación por la grasa, la dieta y la delgadez no son anormales. Tal preocupación puede funcionar como uno de los mecanismos normalizadores más poderosos de nuestro siglo, asegurando la producción de «cuerpos dóciles» autocontrolados y autodisciplinados (Bordo, 1993:186)

La autora llega a esta conclusión haciendo referencia a la obra de Foucault. En otros ensayos de Unbearable Weight (1993), Bordo muestra cómo los cuerpos femeninos encajan dentro de un conjunto de prácticas femeninas «normales«. Estas prácticas benefician al capitalismo dándoles consumidoras interesadas en productos para favorecer su femineidad, y a su vez promover el patriarcado. Destaca cómo la categoría de sexo se ha convertido en una base para el biopoder; cómo los individuos modernos se consideran a sí mismos como objetos sexuales. Añade que, aunque Foucault «no lo afirma del todo, la ciencia de la reproducción produce un ‘sexo’ inteligible al imponer una heterosexualidad obligatoria en la descripción de los cuerpos» (Gutting, 2019). Esto es, asimismo, un avance para el pensamiento Queer que adquiere particular relevancia si se tiene en cuenta la sexualidad de Foucault. Esta, sin duda, conformó su experiencia del mundo (Gutting, 2005). Otras pensadoras feministas, sin embargo, como Nancy Fraser y Amy Allen, critican a Foucault por no distinguir entre formas de poder mejores y peores. Estas no fueron las únicas críticas de Foucault.

La originalidad de Foucault le llevó a ser bastante controvertido debido a su rechazo sistemático a las metodologías habituales. Sus ideas sobre el cuerpo y las relaciones de poder y conocimiento que implican al cuerpo hurmano nunca se habían mencionado en discursos anteriores. Los marxistas estaban demasiado centrados en la importancia de la economía lo que supuso un obstáculo para Foucault (Calhoun, 2012). Foucault, por su parte, se centró en instituciones como la cárcel y los manicomios; pero no sólo desde el punto de vista económico. A diferencia de muchos neomarxistas, Foucault no construye una teoría general, sino que realiza una analítica interpretativa. El germen del concepto de biopoder se encuentra en la interpretación que Foucault hace de Nietzsche (Foucault: 1971), pero también se puede criticar, precisamente, a través de Nietzsche. En efecto, Nietzsche vincula el sentido histórico a la historia del historiador y Foucault no puede aspirar a dar una historia veraz del pasado debido a su propia implicación y a su propio pragmatismo (Dreyfus, 2014). Otras criticas destacadas provienen de Habermas, el cual trae a colación su preocupación por la negativa de Foucault a la hora de proponer soluciones positivas; aunque Foucault sí nos da la opción de pensar en el biopoder y, de esta forma, liberarnos. Foucault fue, también, evasivo a la hora de proponer alternativas a los aparatos de poder (Prozorov, 2015). Los nuevos pensadores también creen que hay más formas de poder que podría haber incluido, tales como “el poder sentimental” (Schuller, 2018) donde los cuerpos civilizados son disciplinados a través de su susceptibilidad sensorial.

En conclusión, en este ensayo he explicado esquemáticamente el pensamiento foucaultiano. Su gran aportación se centra en la noción de cómo la vida social es todo, menos natural e innata. Cuestiona cómo el Estado es capaz de controlarnos a través de procesos que apoyamos y vivimos, sin nosotros saberlo, y llega a la conclusión de que se hace mediante el biopoder, una forma en la que nosotros y nuestros cuerpos son disciplinados y controlados, debido a que, el periodo histórico en que nos ha tocado vivir, decide cual es la prioridad. Ahora mismo, la prioridad es la de perpetuar el capitalismo. En mi opinión podemos aprender mucho de Foucault. Su forma de empirismo y sus estudios interpretativos suponen una innovación frente a una larga tradición de pensadores. Foucault, sin embargo, considera que su propia «teoría» del poder está más cerca de un método, ya que no trata de dar respuestas absolutas a todo, sino que ofrece principalmente otro punto de vista. Hay autores como Hacking, Rabinow, Nikolas Rose y Arnold Davidson, expertos en distintas disciplinas, así como autores Queer y feministas que han impulsado el pensamiento de Foucault más allá de Foucault (Koopman et al, 2013). En definitiva, el concepto de biopoder de Foucault ha sido una aportación importante y rompedora al campo de la Sociología, apoyando y dando paso a más pensadores para el futuro en esta. O más disciplinas.

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