abril de 2024 - VIII Año

Eugenio Gerardo Lobo, el ‘capitán coplero’

Eugenio Gerardo Lobo Huerta, conocido con el sobrenombre de ‘capitán coplero’, fue heredero intelectual del Siglo de Oro. Al igual que muchos autores de aquella época siguió la carrera militar, uniendo las armas a su vocación literaria. Nació en la localidad toledana de Cuerva en 1679, en el seno de una familia noble sin demasiados recursos económicos. Pasó sus primeros años en la villa natal. En su juventud optó por ingresar en el ejército. Tomó parte en la Guerra de Sucesión, con el rango de capitán de coraceros, a favor del bando borbónico. Su cuna noble le valió la concesión del hábito de Santiago. En 1746 fue nombrado gobernador militar y civil de Barcelona, llegando a ser Teniente General en tiempos de Fernando VI. En agosto de 1750, como resultado de una caída fatal montando a caballo, falleció en la Ciudad Condal.

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El poeta toledano se enmarca en esa mitad del siglo que estuvo dominada, en lo político, por los nuevos aires de la recién implantada dinastía borbónica y, en lo cultural, por la figura de fray Benito Jerónimo Feijoo y su ‘revolucionario’ Teatro Crítico Universal. El fructífero reinado de Felipe V ,el animoso, supuso cincuenta años de cambios y modernización que Lobo pudo contemplar en primera persona.

Como poeta Eugenio Gerardo Lobo militó en el conceptismo. Aunque en una forma algo decadente, pues este tipo de poesía estaba dando sus últimos pasos. El comienzo del setecientos estuvo, sin duda, marcado por la alargada sombra de Góngora y Quevedo. En la poesía de Lobo veremos una crítica ocurrente e incisiva sobre diversos aspectos sociales o personajes rústicos caricaturizados atendiendo a su lado más grotesco.

Lo cierto es que el ‘capitán coplero’ fue un poeta muy leído en la primera mitad del XVIII y desde luego el más editado. Entre 1713 y 1769 se imprimieron varias ediciones de su poesía en Cádiz, Pamplona y Madrid. Asimismo, Lobo fue un personaje popular entre la sociedad más selecta de su tiempo, lo que seguramente incidió en la buena acogida que tuvieron casi siempre sus poesías.

Sin embargo, Lobo dio mucha más importancia a su carrera militar que a su dedicación a la poesía. Como poeta fue un autor que escribía en sus momentos de ocio, como él mismo expresa. Sus poesías son ‘Esas que el ocio me dictó algún día’. De hecho, muchos de sus poemas fueron escritos durante las largas y vacías horas que pasaba haciendo guardia en los acuartelamientos donde se encontraba destinado. Nunca empleó demasiado esfuerzo en corregir lo que salía de su pluma. ‘Pocas son producciones del cuidado’ y compone ‘con leve aplicación’, nos dice.

Más aún, Eugenio Gerardo Lobo tampoco prestó excesiva atención o inquietud por conservar todo lo que salía de su inspiración poética, ya que en ocasiones enviaba por correo sus poemas sin preocuparse por guardar una copia. Con el paso de los años todo indica que Lobo fue abandonando su apego por la poesía. Al ir asumiendo, con el paso de la edad, cargos más relevantes en la milicia su dedicación a la poesía retrocede hasta casi desaparecer.

En todo caso, la obra de Lobo resalta por derecho propio en la poesía dieciochesca. Construyó una obra señalada, destacó con sonetos de excelente factura y escribió dos comedias. A lo largo de su obra tocó temas muy distintos. Uno de ellos fue el costumbrismo. También el tema amoroso mezclado con un tenue erotismo estuvo presente en su poesía. Aunque practicó la épica culta, sus poemas más apreciados por el público de la época fueron los de tono divertido y satírico.

Su estilo fue claro, sin pretensiones ni afectaciones. Huyó del intelectualismo. Como otros poetas del bajo Barroco, fue inconstante, algo frívolo y un poco superficial. Tampoco se adscribió a ningún movimiento estético. Sin embargo, no puede pensarse que fuera indiferente ante las nuevas ideas de la Ilustración o frente a los adelantos de la ciencia. La ausencia de compromiso no significa en Lobo ignorancia, ni oposición al progreso o al reformismo ilustrado.

Lobo fue un poeta de talento e ingenio que erigió una obra a tener en cuenta, como otros grandes autores que dio el siglo XVIII español. Cada uno supo hacerlo blandiendo su personal estilo, en tiempos de cambios profundos, marcados por aires revolucionarios y, finalmente, por la guerra contra los ejércitos napoleónicos. Eugenio Gerardo Lobo forma parte de nuestro valioso patrimonio intelectual y como tal debemos considerarlo, en el contexto de un siglo, el de las Luces, clave para entender el paso hacia la modernidad.

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